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martes, 13 de octubre de 2009

Tercer trailer de Luna Nueva

Este trailer encuentro que es el mejor de los tres que han salido, dejó marcada la intriga en mí, y eso es muy difícil que se logre.
Es un trailer que da de que hablar, y no de hablar mal, si no de hablar maravillas.
Este es el trailer que hace que mi corazón lata más fuerte cada vez que lo veo, ya sea en mi celular o en mi computador e incluso en los del colegio hasta incluso en facebook =)
Este es el trailer que maravilló al espectador y que hizo que las millones de seguidoras de ésta exitosa saga no vean la hora de que llegue el estreno, que en chile será el 26 de noviembre (casi 10 días después del estreno mundial) eso lo encuentro imperdonable porque no nos pueden dejar con esa incertidumbre mientras que en España lanzaran la película el 18 de noviembre y en EE.UU el 20 de noviembre, hasta en Argentina el estreno es el 20, y eso que allá las películas llegan casi 3 semanas después que Chile.
Bueno eso, espero que les guste el trailer, porque este es el mejor de los tres que han salido hasta el momento, solo falta el cuarto, que se estrenara en los premios Scream 2009, el 27 de octubre.
Esooooo

Chauuuu!

Amanecer - Capitulo 3: El gran día

Mis propios ojos volaron abiertos.
Estuve temblando y jadeando en mi cama durante varios minutos, tratando de liberarme del sueño. El cielo fuera de mi ventana se torno gris y luego rosado pálido, mientras esperaba que mi corazón redujera la marcha.
Cuando volví a la realidad de mi cuarto sucio, familiar, me molesté un poco conmigo misma. ¡Qué sueño para tener la noche antes de mi boda! Esto es lo que consigo obsesionándome con las historias inquietantes a mitad de la noche.
Impaciente por quitarme la pesadilla, me vestí y me dirigí a la cocina mucho antes de que yo lo necesitara. Primero limpie los cuartos, y luego cuando Charlie se levantó hice unas tortitas. Yo estaba demasiado nerviosa hasta para tener cualquier interés en comer el desayuno. Me senté en mi sitio mientras el comía.
- Tienes que recoger al Señor Weber a las tres en punto. – le recordé.
- No tengo mucho que hacer además de acompañarte, Bella. Probablemente no olvidaré mi único trabajo. – Charlie había tomado el día libre entero para la boda, y al final no serviría para nada. De vez en cuando, sus ojos miraban furtivamente a la puerta cercana bajo las escaleras., donde él guarda sus instrumentos para pescar.
- Ese no es tu único trabajo, también tienes que estar vestido y presentable – Él frunció el ceño hacia sus cereales y murmuró las palabras – El traje de mono – bajo su aliento.
Alguien tocó la puerta enérgicamente la puerta de la calle.
- Tú piensas que lo tienes mal – dije, mientras me levantaba – Alice trabajará en mí todo el día – Charlie cabeceó pensativamente, concediendo que él realmente tenía los menores problemas. Bese lo más alto de su cabeza cuando pasé – él se ruborizo y tosió – seguí caminando para abrirle la puerta a mi mejor amiga y mi pronto hermana.
El pelo corto negro de Alice no estaba en sus habituales puntas despeinadas. Tenía preciosos bucles cayendo alrededor de su cara de duendecillo, que le daba una expresión de contrastadamente seria. Ella me arrastró fuera de la casa diciendo un leve - ¡Eh!, Charlie – cuando salió
Alice me examinó cuando entré en su Porsche.
- ¡Ah, Dios, mira tus ojos! – Dijo con reproche - ¿Qué has hecho? ¿Quedarte despierta toda la noche?
- Casi.
Ella frunció el ceño.
- Sólo he planeado tanto tiempo para que quedes perfecta y tu no estas ayudando, Bella.
- Nadie me espera perfecta. Creo que el problema más grande es que yo podría dormirme durante la ceremonia y no ser capaz para decir – Si quiero – en la parte correcta y Edward se irá a la fuga.
Ella se rió.
- Te lanzaré el ramo cuando estés cerca.
- Gracias.
- Al menos tendrás mucho tiempo para dormir sobre el avión mañana.
Levanté una ceja. Mañana, reflexioné. Si nosotros nos fuéramos esta noche después de la recepción, nosotros todavía estaríamos sobre el avión mañana…bien, nosotros no íbamos a Boise, Idaho. Edward no había dejado caer solo una indirecta. Yo no debía Heber acentuado el misterio, pero era extraño el no saber donde dormiría mañana por la noche. O quizás no dormiría…
Le pregunté a Alice si iba a regalarnos algo y ella frunció el ceño.
- Esta todo empaquetado y listo – Ella dijo distraídamente.
- Me gustaría que me dejaras empaquetar mis cosas.
- Eso habría sido demasiado.
- Descarta tu oportunidad de comprarme algo.
- Tu vas a ser mi hermana oficial en diez horas…es hora de quitarte esa aversión a la ropa nueva.
Yo saqué la cabeza por la ventanilla hasta que llegamos a la casa.
- ¿Él ya ha llegado? – pregunté
- No te preocupes. Él estará antes de que la música empiece. Pero no puedes verle, no importa cunado regrese. Lo haremos a la manera tradicional.
Yo grité
- ¡Tradicional!
- Sí, novios aparte.
- Ya sabes que él habrá echado una ojeada.
- Oh, no – Soy la única que te ha visto con el vestido y no he pensado en el cuando él esta alrededor.
- Bien, – dije cuando giramos hacía la carretera – veo que vuelves a usar la decoración de la graduación. – Tres millas de calle estaban otra vez llenas de miles de lucecitas. Esta vez ella añadió banda de satén blanco.
- La basura no, no quería. Disfruta esto, porque no podrás ver las decoraciones interiores hasta que sea el tiempo. Entró en el cavernoso garaje del norte de la casa principal; el gran jeep de Emmett aún estaba desaparecido.
- ¿Desde cuándo no permiten a la novia ver las decoraciones? – protesté.
- Desde que ella me puso responsable. Quiero que tu mayor impacto sea cuando bajes las escaleras.
Ella puso una mano sobre mis ojos antes de que ella me dejara dentro de la cocina. Inmediatamente fui atacada por el olor.
- ¿Qué es eso? Me pregunté como ella me guiaba por la casa.
- ¿Es demasiado? La voz de Alice estuvo bruscamente preocupada – Eres el primer humano aquí; espero que esté bien.
- ¡Huele genial! – Le aseguré – casi intoxicada, pero nada aplastante, el balance de las diferentes fragancias era sutil e impecable. – Azahares…lilas…y algo más - ¿estoy en lo correcto?
- Muy bien, Bella. Tu solo olvidaste la Fresia y las rosas.
Ella no destapó mis ojos hasta que estuvimos en el baño. Lo habían convertido en un salón de belleza y me empecé a sentir somnolienta.
- ¿Es esto realmente necesario? Voy a parecer simple al lado de él cueste lo que cueste.
Ella me empujo hasta una silla rosa. – Nadie se atreverá a llamarte simple cuando termine contigo.
- Sólo por que tendrán miedo de que les chupes la sangre. – refunfuñé. Me apoyé en la parte de atrás de la silla y cerré mis ojos, esperando poder dormir la siesta por ello. Casi lo conseguí mientras ella enmascaraba, arreglaba y espolvoreaba cada superficie de mi cuerpo.
Fue después de la hora de comer cuando Rosalie se deslizó por delante de la puerta de cuarto de baño en un reluciente vestido de plata y con su rubio cabello recogido en un suave mojono encima de la cabeza. Estaba tan hermosa que me dieron ganas de llorar ¿Iba atener que desvestirme con Rosalie delante?
- Han vuelto – dijo Rosalie, inmediatamente el corazón se me paró. Edward estaba en casa.
- Que no se acerqué
- Él está cambiándose todavía – dijo Rosalie. – El valora mucho su vida. Esme tiene que terminar unas cosas. ¿Quieres ayuda? Puedo arreglarle el pelo.
Mi mandíbula se abrió. Intenté recordar como se cerraba.
Rosalie nunca fue mi persona favorita del mundo. Ella estaba ofendida por la opción que yo había elegido. Aunque ella tuviera su belleza imposible, su amorosa familia y su compañero del alma en Emmett, ella habría negociado todo por ser humana. Y aquí estoy yo, tirando todo lo que ella quiso en la vida, por la basura. Esto exactamente no me asustó.
- Por supuesto – Alice dijo fácilmente – Tú puedes empezar trenzándolo. Lo quiero intrincado. El velo va aquí, debajo. – Sus manos peinaban mi pelo torciéndolo, levantándolo y mostrando detalladamente como lo quería. Cuando terminó, sus manos fueron sustituidas por las de Rosalie, formando mi pelo con un toque ligero de pluma. Alice movió hacia atrás mi cara.
Una vez que Rosalie recibió el elogio del Alice sobre mi pelo, ella fue enviada para traer mi vestido y luego localizar a Jasper, que había sido enviado para recoger a mi madre y a su marido, Phil, de su hotel. Abajo, yo apenas podía oír la apertura y cierre de la puerta una y otra vez. Las voces comenzaron a flotar hasta nosotros
Alice me hizo estar de pie de modo que ella pudiera pasar el vestido sobre mi pelo y maquillaje. Mis rodillas temblaban tanto que Alice tuvo que abrochar los botones de satén en mi espalda.
- Toma aire, Bella – Alice dijo – intenta calmar tú corazón. No sudes tú nueva cara.
Le dí la mejor expresión sarcástica que yo podría hacer – Lo conseguiré.
- Vamos a vestirnos ahora ¿Puedes arreglártelas sin nosotras durante dos minutos?
- Um… ¿tal vez?
Ella rodó sus ojos y salió corriendo por la puerta.
Me concentré en mi respiración, conté cada movimiento de mis pulmones, y miré fijamente los patrones que las luces de baño hacían que la tela de mi falda brillase. Tuve miedo de mirarme al espejo – con miedo a que la imagen de mí en el traje de novia me enviaría al borde de una crisis de pánico a escala natural.
Alice volvió antes de que yo hubiera respirado doscientas veces, en un vestido que caía sobre su cuerpo delgado como una cascada plateada.
- Alice – wow.
- No es nada. Nadie me mirará hoy. No mientras tú estés en la habitación.
- Difícil.
- Ahora, ¿tienes control, o tengo que traer a Jasper?
- ¿Ellos han vuelto? ¿Ha llegado mi madre?
- Acaba de entrar. Esta subiendo.
Renée había volado hace dos días, y yo había pasado cada minuto que podía con ella – cada minuto que podía llevarla lejos de Esme y las decoraciones, en otras palabras. Por lo que yo podría decir, ella tenia más diversión con esto que un niño en Disneyland todo el día. De alguna forma, me sentí casi tan engañada como Charlie. Todo el terror que tuve respecto a su reacción.
- ¡Ah, Bella! – Chilló ella, entrando de una manera efusiva por la puerta – ¡Ah, cariño, estas tan hermosa! ¡Ah, voy a llorar! ¡Alice, eres increíble! Tú y Esme deberíais hacer un negocio como planificadora de bodas. ¿Dónde has comprado el vestido? ¡Es precioso! Muy generoso y elegante. Bella, pareces salida de una película de Austen. – La voz de mi madre sonaba un poco distante, y todo en la habitación parecía sumido en un sueño. – Una idea muy creativa basar todo en el anillo de Bella. ¡Muy romántico! Pensar que estaba en la familia de Edward desde el siglo dieciocho.
Alice y yo nos miramos de forma conspiradora. Mi madre no sabía que el estilo de mi vestido tenía más de cien años. La boda no estaba hecha alredor del anillo, era alrededor de la vida de Edward.
Alguien se aclaró la garganta de forma brusca en el arco de la puerta.
- Renée, Esme dice que es hora de que bajes. – dijo Charlie.
- Bueno, Charlie, ¡te ves fabuloso! – dijo Renée en tono de sorpresa. Todos esperamos la respuesta de Charlie.
- Alice me ayudó.
- ¿Es la hora ya? – Dijo Renée a si misma – esto pasa muy rápido, me siento mareada.
Ya éramos dos
- Dame un abrazo antes de que baje – Insistió Renée – Con cuidado, no quiero llorar.
Mi madre me abrazo con delicadeza por la cintura, entonces se fue por la puerta.
- ¡Oh, Dios! Casi me olvido. Charlie, ¿Dónde esta la caja?
Mi padre rebuscó en sus bolsillos y saco una pequeña cajita blanca, que le dio a Renée. Ella levantó la tapa y me lo mostró.
- Algo azul – dijo ella.
- También algo viejo, es de la abuela Swan – Añadió Charlie – Nosotros teníamos una joya con piedras y zafiros.
Dentro de la caja había dos grandes horquillas plateadas con un zafiro azul oscuro en el centro y un intrincado detalle floral en los dientes.
Tragué saliva.
- Mamá, Papá…no puedo admitirlo.
- Alice no nos dejaba hacer nada - dijo Renée- cuando lo intentábamos ella quería mordernos nuestros cuellos.
Una risa histérica salió de mis labios.
- Esto es algo viejo y algo azul – musitó. Girando para mirarme – Y el vestido es nuevo así que…
Ella cogió algo y lo puso sobre mis manos. Era una liga blanca de encaje preciosa.
- Es mía y la quiero de vuelta – dijo Alice.
Yo asentí.
- Ya está – dijo Alice con satisfacción – Estas oficialmente perfecta – dijo con una auto-suficiente sonrisa en su cara de duendecillo. Se giró hacia mis padres – Renée tienes que bajar.
- Si, mamá – Renée me dio un beso y salió por la puerta.
- Charlie ¿me pasas las flores por favor?
Charlie salió de la habitación, Alice se puso detrás de mí y arregló la falda. Puso la cola del vestido y el velo, y salió de la habitación.
Ella volvió junto con Charlie con cuatro flores blancas. El olor a rosas, amapolas y fresia me envolvió.
Rosalie – la mejor músico después de Edward – estaba tocando el piano en el piso de abajo. El Canon de Pachelbel. Yo empecé a híper-ventilar.
- Tranquila, Bella – Dijo Charlie. Yo miré a Alice nerviosamente – Ella se ve un poco enferma, ¿estas segura de que quieres hacerlo?
Su voz sonó lejana, no sentía mis piernas.
- Ella está mejor.
Alice se puso delante de mí y cogió mis hombros con sus manos. Me guiñó un ojo.
- Tranquila, Bella. Edward te está esperando para que bajes.
La música cambió a una nueva canción. Charlie cogió mi brazo.
- Bella…estamos a punto de batear.
- ¿Bella? – Alice preguntó, todavía sosteniendo mí mirada fija.
- Si – asentí – Edward. OK – Y empecé a caminar por la habitaron con Charlie unido por mi brazo.
La música llenaba todo el hall. La fragancia de millones de flores flotaban por las escaleras. Me concentré en la idea de Edward para que mis pies se arrastraran por el camino.
La música me era familiar, la marcha tradicional de Wagner embellecía todo.
- Es mi turno – susurró Alice – Cuando cuentes hasta cinco, sígueme.
Ella fue caminando con su graciosa danza. Pensé que elegir a Alice como Dama de Honor fue un error. Yo parecía descoordinada al lado suyo.
Una fanfarria repentina comenzó a sonar. Reconocí mi señal.
- No dejes que me caiga, papá – susurré. Charlie colocó mi mano por su brazo y luego la agarró bien fuerte.
Un paso a la vez. Me dije cuando comenzamos a decender al ritmo lento de la marcha. No levanté mis ojos hasta que estuvieron seguros en la tierra plana, aunque yo pudiera oír los murmullos y el crujido de la audiencia centrando la vista en mí. La sangre fluyo a mis mejillas cuando lo oí; desde luego yo sería siempre la novia ruborizada.
En cuanto mis pies descansaron sobre el pie de la escalera, le busqué. Durante un breve segundo, me distraje con las guirnaldas y las flores blancas colgadas por todo el cuarto. Pero entrecerré mis ojos cuando comencé a caminar entre las sillas cubiertas de satén – ruborizándome más profundamente cuando los rostros se fijaron en mí – hasta que lo encontré al fin, estaba de pie antes de un arco que se desbordaba un montón de flores enmarañadas.
Yo estaba apenas conciente de que Carlisle estaba a su lado, y el padre de Angela detrás de ellos. No vi a mi madre donde ella debe haber estado sentada, o a mi nueva familia, o a cualquiera de los invitados – ellos tendrían que esperar hasta más tarde. Todo lo que yo realmente vi era la cara de Edward; esto llenó mi visión y abrumó mi mente. Sus ojos eran del más oro ardiente; su cara perfecta, era casi severa con la profundidad de su emoción. Cuando sus ojos encontraron los míos, él sonrió mientras tomaba aire.
De repente, lo único que sentí fue la mano de Charlie sobre la mía, evitando que me cayera.
La marcha era demasiado lenta, luché contra mis pasos para ir a su ritmo. El pasillo era muy corto. Y luego al final…al final yo estaba allí. Edward ofreció su mano. Charlie tomó mi mano y, en un símbolo tan viejo como el mundo, la colocó en la de Edward. Cuando toqué la dura y fría piel de Edward, sentí que estaba en casa.
Nuestros votos eran simples, las palabras tradicionales que habían sido usadas un millón de veces, aunque nunca importaban tanto como para una pareja de nuestro tipo. Nosotros le habíamos pedido al Sr. Weber hacer un pequeño cambio en los votos. En vez de – hasta que la muerte nos separe – dijo más apropiadamente – tanto tiempo como vivamos – En aquel momento, cuando él dijo su parte, mi mundo, que había estado al revés últimamente volvió a su estado natural. Me di cuenta de lo tonta que fui al temer esto – como si fuera un regalo de cumpleaños no deseado o una muestra de cariño embarazosa, como el baile escolar. Yo examiné como estaba de radiante Edward, tenía una mirada triunfante, pero también sabía que yo, a mi manera, también ganaba. Porque nada me importaba más que estar con él.
Yo no me di cuenta de que estaba llorando hasta la hora de decir las palabras.
- Si quiero – dije más cerca de un inteligible susurro. Mirando sus ojos hasta que vi reflejada mi cara.
Cuando era su turno de hablar las palabras salieron claras y victoriosas.
- Si quiero – dijo.
El Sr. Weber nos declaró marido y mujer, entonces las manos de Edward recogieron mi cara, con cuidado, como si se tratara de delicados pétalos y acercó nuestras cabezas. Yo trate de comprender y mirar a través de la cortina de lágrimas que caían de mis ojos, el irreal acto en el que una persona es mía. Sus ojos dorados miraron mis ojos como si ellos también quisieran derramar lágrimas, si no fuera imposible. Él me estrechó contra su cuerpo y yo pase mis brazos por su cuello.
Él me besó despacio y con adoración, yo olvidé todo, el lugar, el tiempo, la razón…solo recordaba que le amaba y que el me quería a mí, yo era suya.
Él culminó el beso, y tuvo que terminarlo.
Me abracé a él mientras nos reíamos suavemente, sin hacer caso de cómo la audiencia se aclaraba la garganta. Finalmente, sus manos frenaron mi caray nos separamos – demasiado pronto – para mirarnos. Sobre la superficie de su sonrisa atisbe ver una sonrisa satisfecha. Por debajo de su hospitalidad y amabilidad frente al público me lleno de felicidad.
El público rompió en aplausos y él giro nuestros cuerpos a nuestros amigos y familiares. Yo no podía quitar mi mirada de él.
Los brazos de mi madre me encontraron primero, sus lágrimas consiguieron que apartara mi mirada de la de Edward. Entonces fui pasando de mano en mano por todo el público pero mi mente seguía en Edward, y su mano en la mía. Yo abracé de diferentes maneras, suavemente a mis amigos y con fuerza a mi nueva familia.
Uno de los abrazos que diferente de los otros. Seth Clearwater estaba allí en lugar de mi perdido amigo licántropo.

Amanecer - Capitulo 2: Noche larga

- Ya te extraño.
- No necesito irme. Me puedo quedar…
- Mmm...
Estuvo en silencio por un largo momento, sólo el golpe de mi corazón martillando. El ritmo deshecho de nuestra respiración entrecortada, y el susurro de nuestros labios moviéndose en sincronización.
A veces era muy fácil olvidar que estaba besando a un vampiro. No porque pareciera normal o humano – nunca podría olvidar ni por un segundo que estaba sosteniendo a alguien más ángel que humano en mis brazos – sino porque él lo hacia parecer como si no fuera nada tener sus labios contra mis labios, mi cara, mi garganta. Él afirmaba que ya tenía mucho tiempo que había pasado la tentación que mi sangre solía ser para él, que la idea de perderme le había curado cualquier deseo de ella. Pero yo sabía que el olor de mi sangre todavía le causaba dolor – todavía le quemaba su garganta como si estuviera inhalando llamas.
Abrí mis ojos y encontré los suyos abiertos, también, mirando fijamente mi cara. No tenía sentido cuando él me miraba de esa manera. Como si fuera el premio en lugar del escandaloso afortunado ganador.
Nuestras miradas se encontraron por un momento; sus ojos dorados eran tan profundos que imaginé que podía ver todo el camino a su alma. Parecía tonto que éste hecho – el de la existencia de su alma – siempre había estado en duda, incluso si él era un vampiro. Él tenía el alma más hermosa, más hermosa que su mente brillante o su incomparable cara o su glorioso cuerpo.
Él me volvió a mirar como si pudiera ver mi alma, también, y como si le gustara lo que veía.
Él no podía leer mi mente, sin embargo, de la manera que veía la de los demás. Quién sabe por qué – algún extraño fallo en mi cerebro que lo hacía inmune a todas las extraordinarias y atemorizantes cosas que algunos inmortales podían hacer. – Sólo mi mente era inmune, mi cuerpo todavía era un tema para los vampiros con habilidades que trabajaban diferentes maneras que las de Edward. Pero estaba seriamente agradecida con el mal funcionamiento que fuera que mantenía mis pensamientos en secretos. Era simplemente muy vergonzoso considerar la alternativa.
Tiré su cara hacia la mía de nuevo.
- Definitivamente me quedo, - murmuró un momento después.
- No, no. Es tu fiesta de soltero. Tienes que ir.
Dije las palabras, pero los dedos de mi mano derecha se aferraron a su cabello bronce, la izquierda presionaba con fuerza su espalda. Sus manos heladas acariciaron mi cara.
- Las fiestas de solteros están diseñadas para aquellos que están tristes por ver pasar sus días como solteros. No podría estar más ansioso de tener los míos detrás de mí. Así que no tiene sentido.
- Cierto. – Respiré contra la piel fría como invierno de su garganta.
Esto era muy cercano a mi lugar feliz. Charlie durmiendo inconsciente en su cuarto, que era casi tan bueno como estar solo. Estábamos acurrucados en mi pequeña cama, entrelazados lo más posible, considerando la espesa manta en la que estaba envuelta como en un capullo. Odiaba la necesidad de la manta, pero arruinaba un poco el romance cuando mis dientes comenzaban a castañear. Charlie se daría cuenta si prendía el calentador en agosto…
Por lo menos, si tenía que se abrigada, la camisa de Edward estaba en el piso. Nunca salí del shock de cuan perfecto era su cuerpo – blanco, frío y pulido como el mármol. – Dirigí mi mano hacia su pecho de piedra ahora, trazándolos a través de la plana superficie de su estómago, simplemente maravilloso. Un ligero escalofrío lo recorrió, y su boca encontró la mía de nuevo. Con cuidado, dejé que la punta de mi lengua presionara contra sus labios como el vidrio, él suspiró. Su dulce aliento pasó – frío y delicioso – por mi cara.
Él comenzó a apartarse – esa era su respuesta automática cunado decidía que las cosas habían ido muy lejos, su reflejo cuando él quería sobre todo seguir. Edward había pasado la mayoría de su vida rechazando cualquier tipo de gratificación física. Sabía que era aterrador para él tratar de cambiar esos hábitos ahora.
- Espera, - dije, agarrando sus hombros y abrazándome más cerca de él. Liberé una pierna y la enrollé en su cintura. – La práctica hace la perfección.
Él se rió por lo bajo.
- Bueno, deberíamos estar bastante ceca de la perfección a estas alturas, ¿o no? ¿Has dormido algo este ultimo mes?
- Pero este es el ensayo para el vestido, - le recordé, - y sólo hemos practicado ciertas escenas. No es hora de jugar seguro.
Pensé que el reiría, peor no respondió, y su cuerpo estaba inmóvil con estrés repentino. El oro en sus ojos pareció endurecerse de un líquido a un sólido.
Analicé mis palabras, dándome cuenta que podría Heber oído en ellas.
- Bella…, - susurró él.
- No empieces de nuevo esto, - dije. – Un trato es un trato.
- No lo sé. Es muy difícil concentrarse cuando estas conmigo así. Yo, yo no puedo pensar con claridad. No seré capaz de controlarme. Saldrás herida.
- Estaré bien.
- Bella…
- Shh! – presioné mis labios contra los suyos para detener su ataque de pánico. Lo había escuchado antes. No se iba a salir de su trato. No después de insistir en que me casara con él primero.
Me devolvió el beso por un momento, pero sabía que no estaba tan involucrado como antes. Preocupándose, siempre preocupándose. Qué tan diferente sería cuando él no necesitara preocuparse por mí. ¿Qué haría con todo su tiempo libre? Tendría que buscarse un nuevo hobby.
- ¿Cómo están tus pies? ¿Fríos? – preguntó.
Sabiendo que no lo decía literalmente respondí, - Entrando en calor.
- ¿En serio? ¿No ideas de apoyo? No es demasiado tarde para cambiar tú decisión.
- ¿Estás tratando de abandonarme?
Soltó una risita.
- Sólo asegurándome. No quiero que hagas algo de lo que no estás segura.
- Estoy segura acerca de ti. Con lo demás puedo vivir.
Él vaciló, y me preguntó si pondría mi pie en mi boca de nuevo.
- ¿Puedes? – Preguntó en voz baja – y no me refiero a la boda que estoy seguro que sobrevivirás a pesar de tus reclamos – pero después… ¿Qué pasa con Renée, que pasa con Charlie?
Suspiré.
- Los extrañaré. - Lo peor, que ellos me extrañarían, pero no quería darle ningún combustible para alimentar su reflexión.
- Ángela y Ben y Jessica y Mike.
- Extrañaré a mis amigos también. – Sonreí en la oscuridad. – Especialmente a Mike. ¡Oh, Mike! ¿Cómo podré seguir?
Soltó un gruñido.
Reí pero después era en serio.
- Edward, hemos pasado por esto y por esto. Sé que será difícil, pero esto es lo que quiero. Te quiero a ti, y te quiero por siempre. Una vida es simplemente insuficiente para mí.
- Estancada para siempre en los dieciocho, - murmuró.
- El deseo de cualquier mujer hecho realidad, - bromeé.
- Nunca cambiar..., nunca seguir adelante.
- ¿Qué significa eso?
Respondió lentamente.
- ¿Recuerdas cuando le dijimos a Charlie que nos casábamos? ¿Y pensó que estabas… embarazada?
- Y pensó en disparate, - supuse con una risa. – Admítelo, por un segundo, él honestamente lo consideró.
No respondió.
- ¿Qué Edward?
- Deseo… bueno, deseo que él haya estado en lo correcto.
- Gah, - lancé un grito apagado.
- Más que había una forma en que el pudo haber estado que nosotros tuvimos esa clase de potencial. Odio quitarte eso, también.
Me tomó un minuto. - Sé lo que estoy haciendo.
- ¿Cómo puedes saber eso, Bella? Mira a mi madre, mira a mi hermana. No es tan fácil el sacrificio como te imaginas.
- Esme y Rosalie se las arreglan bien. Si es un problema después, podemos hacer lo que Esme hizo – adoptaremos.
Suspiró y luego su voz era feroz. - ¡No esta bien! No quiero que hagas sacrificios por mí. Quiero darte cosas, no quitártelas. No quiero robar tu futuro. Si fuera humano.
Puse mi mano sobre sus labios. – Tú eres mi futuro. Ahora detente. Sin depresiones, o llamaré a tus hermanos para que vengan y te lleven. Tal vez necesitas una fiesta de soltero.
- Lo siento. Me estoy deprimiendo, ¿o no? Deben ser los nervios.
- ¿Están tus pies fríos?
- No en ese sentido. He estado esperando un siglo para casarme con usted, Señorita Swan. La ceremonia de la boda es algo que no puedo esperar. – Él interrumpió su idea. – ¡Oh, por el amor de todo lo que es santo!
- ¿Qué sucede?
Apretó los dientes. – No tienes que llamar a mis hermanos. Aparentemente Emmett y Jasper no me van a dejar retirarme esta noche.
Lo agarré más cerca por un momento y luego lo solté. No tenía una oración para ganar unas vencidas con Emmett.
- Diviértete.
Hubo un chillido contra la ventana – alguien deliberadamente arañando con sus uñas de acero el cristal para hacer un ruido horrible, de cúbrete tus oídos, como gansos golpeándote la columna. Me estremecí.
- Si no mandas a Edward afuera, - Emmett – todavía invisible en la noche- silbó amenazante, - entraremos por él.
- Ve, - reí - antes de que destruyan mi casa.
Edward puso los ojos en blanco, pero se puso en pie en un fluido movimiento y tenía su camisa puesta en otro. Se inclinó y besó mi frente.
- Duérmete. Tienes un gran día mañana.
- ¡Gracias¡ Eso seguro me ayuda.
- Te veré en el altar.
- Seré la de blanco. – Sonreí como absolutamente hastiado soné.
Él se rió, diciendo.
- Muy convincente, - y luego de repente, se hundió agachándose, sus músculos flexionados en un brinco. Se desvaneció – lanzándose fuera de mi ventana demasiado rápido para que mis ojos lo siguieran.
Afuera, había un golpe sordo, y oí a Emmett maldecir.
- Más les vale que no se retrase, - murmuré, sabiendo que podían escucharme.
Y luego el rostro de Jasper miraba a través de mi ventana, su cabello color miel, plateado en la débil luz de la luna que trabajaba a través de las nubes.
- No te preocupes, Bella. Lo llevaremos a casa con suficiente tiempo.
De pronto estaba muy calmada, y todas mis dudad parecieron poco importante. Jasper era, a su propia manera, tan talentoso como Alice con sus increíblemente precisas predicciones. El medio de Jasper eran los humores en lugar del futuro, y era imposible de resistir sentirte de la manera que él quería que te sintieras.
Me senté incómodamente, todavía envuelta en mis sabanas.
- Jasper, ¿Qué hacen los vampiros para las fiestas de soltero? ¿No lo vas a llevar a un strip club verdad?
- ¡No le digas nada! – Emmett gruño desde abajo. Hubo otro golpe, y Edward rió por lo bajo.
- Relájate, - dijo Jasper - y lo hice – Los Cullen tenemos nuestra propia versión. Sólo unos pocos pumas, un par de osos pardos. Muy parecida a una noche normal fuera.
Me pregunté si alguna vez sería capaz de sonar tan indiferente sobre la dieta “vegetariana” de los vampiros.
- Gracias, Jasper.
Hizo un guiño y salió de mi vista.
Estaba completamente en silencio afuera. Los ronquidos amortiguados de Charlie zumbaban a través de las paredes.
Me recosté sobre mis almohadas, ahora adormilada. Mire las paredes de mi pequeño cuarto, pálidas decoloradas a la luz de la luna, bajo pesadas capas.
Mi última noche en mi cuarto. Mi última noche como Isabella Swan. Mañana en la noche, sería Bella Cullen. Aunque toda la experiencia del matrimonio era una espina dentro de mí, tenía que admitir que me gustaba cómo sonaba.
Dejé a mi mente vagar libremente por un momento, esperando que el sueño me llevara. Pero, después de unos minutos, me encontré más alerta, la ansiedad regresaba sigilosamente a mi estómago, retorciéndolo en posiciones incómodas. La cama parecía muy suave, muy tibia sin Edward en ella. Jasper estaba muy lejos, y todos los pensamientos tranquilos y relajados se fueron con él.
Iba a ser un día muy largo mañana.
Estaba conciente que la mayoría de mis miedos eran estúpidos – sólo tenía que olvidarlos. La atención era una parte inevitable de la vida, no podía confundirla siempre con el escenario. Sin embargo, sí tenía preocupaciones específicas que eran completamente válidas.
Primero, estaba la cola del vestido de boda. Alice claramente dejó a su sentido artístico dominar a lo funcional en esa. Maniobrar la escalera de los Cullen en tacones y una cola sonaba imposible. Debí haber practicado.
Luego estaba la lista de invitados.
La familia de Tanya, el clan Denali, estarían llegando antes de la ceremonia.
Sería delicado tener a la familia de Tanya en la misma habitación con nuestros invitados de la reserva Quileute, el padre de Jacob y los Clearwater. Los Denali no eran fans de los hombres lobo. De hecho, la hermana de Tanya, Irina, no vendría a la boda. Ella todavía esperaba una vendetta contra los hombres lobo por matar a su amigo Laurent, sólo que él estaba a punto de matarme. Gracias a ese rencor, los Denali abandonaron a la familia de Edward en su peor hora de necesidad. Había sido la inverosímil alianza con los lobos Quileute que había salvado nuestras vidas cuando la horda de vampiros neófitos atacó…
Edward me había prometido que no sería peligroso tener a los Denali cerca de los Quileute. Tanya y toda su familia – además de Irina – se sentían horriblemente culpables por ese defecto. Una tregua con los hombres lobo era un precio pequeño para reconciliar algo de esta deuda, un precio que estaban preparados para pagar.
Ese era el gran problema, pero había un pequeño problema, también: mi frágil autoestima.
Nunca había visto a Tanya antes, pero estaba segura que conocerla no sería una experiencia agradable para mi ego. Había una vez, probablemente antes de que naciera, ella había hecho su jugada por Edward – no es que la culpe a ella o a alguien más por quererlo. Aun así, ella sería hermosa por lo menos y magnifica por mucho. Aunque Edward claramente – e inconcebiblemente – me prefería, no sería capaz de evitar hacer comparaciones.
Refunfuñé un poco hasta que Edward, que sabía mi debilidad, me hizo sentir culpable.
- Somos lo más cercano que ellos tienen a una familia, Bella, – me había recordado. – Todavía se sienten como huérfanos, sabes, incluso después de todo este tiempo.
Así que se lo concedí, escondiendo mi ceño fruncido.
Tanya tenía una gran familia ahora, casi tan grande como los Cullen. Había cinco de ellos: A Tanya, Kate, e Irina se les unieron Carmen y Eleazar casi al mismo tiempo que a los Cullen se les unían Alice y Jasper, todos ellos unidos por su deseo de vivir más compasivamente que los vampiros normales.
Para toda compañía, sin embargo, Tanya y sus hermanas estaban solas de una manera. Todavía de luto. Porque mucho tiempo atrás, ellas habían tenido una madre, también.
Me podía imaginar el hueco que dejó esa perdida, incluso después de miles de años; traté de visualizar a la familia Cullen sin su creador, su centro, y su guía – su padre, Carlisle. No lo podía imaginar.
Carlisle había explicado la historia de Tanya durante una de las muchas noches que me quedé hasta tarde en casa de los Cullen, aprendiendo todo lo que podía, preparándome lo más posible para el futuro que había escogido.
La historia de la madre de Tanya era una entre varias, una historia preventiva ilustrando una de las reglas de la que necesitaría estar pendiente cuando me uniera al mundo inmortal. Sólo una regla de hecho – una ley que se rompe en mil facetas diferentes: Mantén el secreto.
Mantén el secreto significa muchas cosas – vivir discretamente como los Cullen, mudándose antes de que los humanos sospechen que no están envejeciendo. O mantenerte libre de humanos completamente – excepto a la hora de comer – la manera en que nómadas como James y Victoria habían vivido; la manera en que los amigos de Jasper, Peter y Charlotte, aún vivían. Significa mantener el control de los nuevos vampiros que crearas, como Jasper había hecho cuando había vivido con María. Como Victoria había fallado en hacer con sus neófitos.
Y significaba no crear algunas cosas en primer lugar, porque algunas creaciones eran incontrolables.
- No conozco el nombre de la madre de Tanya, – había admitido Carlisle, sus ojos dorados, casi del mismo tono de su rubio cabello, triste al recordar el dolor de Tanya. – Nunca hablan de ella si pueden evitarlo, nunca piensan en ella por gusto.
- La mujer que creó a Tanya, Kate e Irina – que las amaba, creo – vivió muchos años antes de que yo naciera, durante un tiempo de plaga en nuestro mundo, la plaga de los niños inmortales.
- Lo que estaba pensando, aquellos antiguos, no lo empiezo a entender. Ellos crearon vampiros de humanos que apenas eran bebés.
Tuve que tragarme la bilis que subió en mi garganta mientras imaginaba lo que estaba describiendo.
- Ellos eran hermosos, – había explicado Carlisle rápidamente, viendo mi reacción. – Tan simpáticos, tan encantadores, no te lo imaginas. No tienes sino que estar cerca de ellos para amarlos; era algo automático.
- Sin embargo, no se les podía enseñar. Estaban estancados a cualquier nivel de desarrollo que hubieran logrado antes de ser mordidos. Adorables niños de dos años con hoyuelos y ceceos que podían destruir media aldea en una de sus rabietas. Si tenían hambre, se alimentaban, y ninguna palabra de advertencia podía contenerlos. Los humanos los veían, historias circularon, el miedo se propagó como fuego en maleza seca …
- La madre de Tanya creó a un niño como esos. Como con los otros antiguos, no puedo comprender las razones. – Tomó una profunda, regular respiración. – Los Volturi se involucraron, por supuesto.
Me encogí como siempre lo hacía con ese nombre, pero por supuesto que la legión de vampiros italianos – realeza en su propia estimación – era central en esta historia. No podía haber una ley si no hubiera castigo; no podría haber castigo si no hubiera nadie para entregarlo. Los antiguos Aro, Cayo y Marco gobernaban las fuerzas Volturi; sólo los había visto una vez, pero en ese breve encuentro, me pareció que Aro, con su poderoso don que lee mentes, un contacto y sabría cada pensamiento que una mente hubiera tenido era el verdadero líder.
- Los Volturi estudiaron a los niños inmortales, en casa en Volterra y alrededor de todo el mundo. Cayo decidió que los jóvenes eran incapaces de proteger el secreto. Y por eso tenían que ser destruidos.
- Te digo que eran encantadores. Bueno, los aquelarres pelearon hasta el ultimo hombre – fueron completamente – fueron completamente diezmados – para protegerlos. La matanza no fue tan difundida como las guerras sureñas en este continente, pero más devastadoras en su propia forma. Aquelarres establecidos durante mucho tiempo, viejas tradiciones, amigos…La mayoría se perdió. Al final, la práctica fue completamente eliminada. Los niños inmortales se volvieron innombrables, un tabú.
- Cuando viví con los Volturi, conocí a dos niños inmortales, así que conozco de primera mano el atractivo que tenían. Aro estudió a los pequeños por muchos años después de que la catástrofe que habían causado había acabado. Conoces su carácter inquisitivo; él tenía esperanzas que pudieran ser domesticados. Pero al final, la decisión fue unánime: los niños inmortales no podían ser permitidos de existir.
Había olvidado a la madre de las hermanas Denali cuando la historia regreso a ella.
- No es precisamente claro lo que le sucedió a la madre de Tanya, – Carlisle dijo – Tanya, Kate e Irina eran completamente inconcientes hasta el día que los Volturi llegaron por ellas, su madre y su creación ilegal ya como sus prisioneros. Fue la ignorancia lo que salvó la vida de Taya y sus hermanas. Aro las tocó y vio su total inocencia, así que no fueron castigadas con su madre.
- Ninguna de ellas había visto al niño antes, o soñar de su existencia, hasta el día que lo vieron quemarse en los brazos de su madre. Solo puedo suponer que su madre había guardado el secreto para protegerlas de éste exacto resultado. Pero ¿Por qué lo habría creado en primer lugar? ¿Quién era él, y qué había significado para ella que la motivó a cruzar ésta línea que no se puede cruzar? Tanya y las otras nunca recibieron una respuesta para cualquiera de éstas preguntas. Pero no pudieron dudar de la culpabilidad de su madre, y no creo que jamás la hayan perdonado verdaderamente.
- Incluso con la perfecta garantía de Aro que Tanya, Kate e Irina eran inocentes, Cayo quería quemarlas. Culpables por asociación. Fueron afortunadas de que Aro se sentía compasivo ese día. Tanya y sus hermanas fueron perdonadas, pero dejadas con corazones incurables y un muy saludable respeto por la ley…
No estoy realmente segura cuándo exactamente el recuerdo se volvió un sueño. Un momento parecía que estaba escuchando a Carlisle, mirando su cara, y luego un momento después estaba mirando un gris, árido campo y oliendo la espesa esencia de incienso quemándose en e aire. No estaba sola allí.
El conjunto de figuras en el centro del campo, envueltas en capas cenicientas, me deberían haber aterrorizado – sólo podían ser los Volturi, y yo era, contra lo que ellos habían decretado en nuestro ultimo encuentro, todavía humana. Pero yo sabía, como a veces lo hago en sueños, que yo era invisible para ellos.
Esparcidos alrededor de mí había montones humeantes. Reconocí la dulzura en el aire y no examiné los montículos muy de cerca. No tenía deseos de ver los rostros de los vampiros que habían ejecutado, medio temerosa de que pudiera reconocer a alguien en las ardientes piras.
Los soldados Volturi se hallaron en un círculo alrededor de algo o alguien, y escuché sus susurrantes voces creciendo en agitación. Me acerqué despacio a las capas, obligada por el sueño a ver que cosa o persona estaban examinando con tanta intensidad. Moviéndome cuidadosamente entre las altas y silbantes figuras envueltas, finalmente vi el objeto de su debate, creciendo en un pequeño monte sobre ellos.
Él era hermoso, adorable, justo como Carlisle había descrito. El niño era pequeño todavía, talvez dos años de edad. Rizos café claro enmarcaban su car de querubín con sus redondas mejillas y labios rellenos. Y él estaba temblando, sus ojos cerrados como si estuviera muy asustado para ver la muerte acercarse más a cada segundo.
Fui golpeada por una poderosa necesidad de salvar al adorable, aterrado niño que los Volturi, a pesar de todo su peligro devastador, ya no me importaban. Los empuje para pasar, sin importarme si ellos se daban cuenta de mi presencia. Liberándome de ellos completamente, corrí hacia el niño.
Sólo cuando me tambaleé al detenerme fue cuando tuve una clara visión del monte en el que é estaba sentado. No era tierra y roca, sino una pila de cuerpos humanos, desangrados y sin vida. Demasiado tarde para no ver las caras. Los conocía a todos – Angela, Ben, Jessica, Mike…y directamente bajo el adorable niño estaban los cuerpos de mi padre y mi madre.
El niño abrió sus brillantes ojos color rojo sangre.

Amanecer - Capitulo 1: Comprometida

Nadie te esta mirando, me prometí a mi misma. Nadie te esta mirando, nadie te esta mirando.
Pero, porque no podía mentirme convincentemente ni siquiera a mi misma, tuve que echar un vistazo.
Como estaba sentada esperando por las tres luces del tráfico en el pueblo que se volvieran verdes, mire a escondidas a la derecha – en su minivan, la Señora Weber dio vuelta completamente su torso en mi dirección. Sus ojos perforaron los míos y me estremecí, preguntándome por qué no bajaba su mirada o se veía avergonzada.
Todavía se consideraba rudo mirar fijamente a la gente ¿no era así?, ¿ya no se aplicaba más eso a mí?
Entonces recordé que estas ventanas estaban recubiertas de un color tan oscuro que probablemente ella no tenia idea si incluso yo estaba aquí, quedando en claro eso alce su mirada. Intente encontrar algún a alivio en el hecho de que no tenía la vista fija en mí realmente, sólo en el auto.
Mi auto. Suspiré
Eche un vistazo a la izquierda y gemí. Dos peatones estaban tiesos en la acera, perdiendo su oportunidad de cruzar mientras miraban fijamente. Detrás de ellos, el Señor Marshall estaba embobado a través de la vidriaría de su pequeña tienda de recuerdos.
Al menos no tenía la nariz pegada contra el vidrio. Todavía.
La luz se volvió verde y en mi apuro por escapar pisotee sobre el pedal del gas sin pensarlo – la forma normal en la que hubiera golpeado a mi viejo Chevy para que se moviera.
- ¡Argh! – grite sofocada mientras buscaba a tientas el freno. Tranquilizándome, simplemente golpe de forma ligera el pedal. De todas formas el auto se tambaleo hasta detenerse absolutamente.
No aguante mirara alrededor a la reacción. Si había habido alguna duda de quién estaba manejando este auto antes, se había ido ahora. Con la punta de mi zapato, suavemente presione el pedal del gas hacia abajo un milímetro y medio, y el auto se movió hacia delante otra vez.
Conseguí alcanzar mi meta, la gasolinera. Si no hubiera estado funcionando – No hubiera llegado al pueblo del todo – Iba sin muchas cosas esto días, como galletitas dulces y cordones de zapatos. Para evitar gastar tiempo en público.
Moviéndome como si fuera en una carrera, tuve la ventanilla abierta, la tapa del depósito de gasolina abajo, la tarjeta escaneada y el inyector en el tanque dentro de segundos. Por supuesto, no había nada que pudiera hacer para que los números en el marcador aceleraran el paso. Ellos hacían tic- tac perezosamente, casi como si lo hicieran sólo para enojarme.
No estaba soleado – un típico día lluvioso en Forks, Washington – pero aún sentía como si un foco me apuntara, atrayendo la atención al delicado anillo en mi mano izquierda. En momentos como este, percibiendo los ojos en mi espalda, se sentía como si el anillo se estuviera moviendo rítmicamente como un aviso de neón: mírame, mírame.
Era ridículo estar tan acomplejada y sabía eso. Además de mi papá y de mi mamá, ¿realmente importaba lo que la gente estuviera diciendo sobre mi compromiso? ¿a cerca de mi nuevo auto?, ¿a cerca de mi misteriosa aceptación en el Ivy League Collegue?, ¿a cerca de la brillante tarjeta de crédito negra que centelleaba en mi bolsillo de atrás ahora mismo?
- Sí, a quien le importa lo que piensen – Murmuré respirando bajo.
- Um… ¿Señorita? – la voz de un hombre llamo.
Me di vuelta, y entonces desee no haberlo hecho.
Dos hombres estaban parados al lado de un lujoso todo terreno con flamantes kayaks atados en la parte superior. Ninguno de ellos estaba mirándome, ambos miraban el auto.
Personalmente, no lo entendía. Apenas estaba orgullosa de distinguir los símbolos de Toyota, Ford y Chevy. Este auto era negro brillante, elegante y bonito, pero seguía siendo sólo un auto para mí.
- Lamento molestarla, pero ¿podría decirme qué tipo de auto esta manejando? – pregunto el alto.
- Um…, un Mercedes, ¿si?
- Sí, - dijo el hombre cortésmente mientras su amigo de más baja estatura entorno sus ojos a mi respuesta.
- Lo sé, pero me estaba preguntando… ¿esta manejando un Mercedes Guardian? – el hombre dijo el nombre con reverencia. Tuve la sensación de que este tipo se llevaría bien con Edward, mi…mi prometido, no había realmente vuelta que darle a esa verdad con la boda sólo a unos días, - Se supone que no están disponibles en Europa todavía – el hombre continuó – y mucho menso aquí.
Mientras sus ojos examinaban los contornos de mi auto – no se veía muy diferente de otros Mercedes para mí, pero ¿Qué sabía yo? – contemplaba brevemente mis problemas con palabras como prometido, boda, esposo, etc.
Tan solo no podía ponerlas juntas en mi cabeza.
Por una parte, había sido criada para que se me pusieran los pelos de punta al simple pensamiento de esponjosos vestidos blancos y ramilletes. Pero más que eso, tan sólo no podía conciliar un formal, respetable, aburrido concepto como esposo con mi concepto de Edward. Era como moldear a un arcángel como un contador público. No podía visualizarlo en ningún rol banal.
Como siempre, tan pronto comencé a pensar en Edward fui atrapada por un excitante revuelo de fantasía.
El extraño tuvo que aclarar su garganta para tener mi atención: todavía estaba esperando por una respuesta acerca de la compañía que hizo el auto y el modelo.
- No lo sé – le dije honestamente.
- ¿No le importa si me tomo una foto con él?
Me tomó un segundo procesar eso
- ¿En serio?, ¿quiere tomarse una foto con el auto?
- Claro, nadie va a creerme si no tengo una prueba.
- Um…, okay, bien.
Puse de lado rápidamente el inyector y arrastre lentamente en el asiento delantero para esconderme mientras el entusiasta extrajo de su bolso una gran cámara que se veía profesional. Él y su amigo hicieron turnos posando por el capo, y entonces fueron a tomar fotos en la parte trasera.
- Extraño mi monovolumen – me queje.
Muy, muy conveniente – demasiado conveniente – que mi monovolumen haya dado su ultimo respiro sólo semanas después de que Edward y yo hayamos acordado nuestro anómalo compromiso, un detalle el cual era que él tenia permitido reemplazar mi monovolumen cuando este pasara a mejor vida. Edward juro que eso sólo era esperable, mi monovolumen había vivido bastante y entonces había expirado por causas naturales.
Según él, y por supuesto, yo no tenia forma de verificar su historia o tratar por mi misma de revivir mi monovolumen. Mi mecánico favorito – detuve ese frío pensamiento, negándome a terminarlo. En lugar de eso, escuche la voz del hombre afuera, atenuada por las paredes del auto.
- …en el video online venía con un lanzador de fuego. Ni siquiera arrugo la pintura.
- Por supuesto que no. Puedes pasar un tanque sobre este nene. No hay mucho mercado para uno aquí. Diseñado por diplomáticos del Medio Oriente, traficantes de armas, y los líderes que manejas drogas, en su mayoría.
- ¿Crees que ella es algo? – preguntó el de baja estatura en voz más suave. Agache mi cabeza.
-¿Qué? – dijo el alto,- Quizás. No puedo imaginar para qué necesitas vidrios a prueba de misiles y dos toneladas de armadura por aquí. Debe ser conducido en alguna parte más peligrosa.
Armadura, dos toneladas de armadura, ¿y vidrios a prueba de misiles? Genial. ¿Qué había pasado con el buen pasado de moda antibalas?
Bueno, al menos esto hacía algún sentido… si tenías un retorcido sentido del humor.
No era como si no hubiera esperado que Edward se aprovechara de nuestro trato, para cargarlo de su lado de modo que él pudiera dar más que recibir. Estuve de acuerdo en que podía reemplazar mi monovolumen cuando necesitara ser reemplazado, no esperando que ese momento llegara tan luego, por supuesto. Cuando fui forzada a admitir que mi monovolumen se había convertido en no mas que un tributo de naturaleza muerta a los clásicos Chevys en mi acera. Sabía que su idea del reemplazo iba probablemente a desconcertarme, convirtiéndome en foco de miradas y cuchicheos. Había estado de acuerdo en esa parte. Pero ni siquiera en mis más oscuros pensamientos había previsto que él me daría dos autos.
El auto anterior, me dijo que era un auto prestado y que lo devolvería después de la boda. Todo esto no tenía absolutamente ningún sentido para mí, hasta ahora.
Ja ja, porque yo era tan frágilmente humana, tan propensa a los accidentes, tan victima de mi propia mala suerte, aparentemente necesitaba un resistente tanque como auto para mantenerme a salvo. Muy divertido. Estaba segura que él y sus hermanos habían disfrutado un poco de la broma a mis espaldas.
O quizás, tan sólo quizás, una pequeña voz susurró en mi cabeza, no es una broma, tonta. Quizás él estaba realmente preocupado por ti. Esta no era la primera vez que él se volvía un poco exagerado tratando de protegerme.
Suspiré.
No había visto el auto de – después – todavía. Estaba escondido bajo una lona en el rincón más profundo del garaje de los Cullen. Sabía que la mayoría de la gente habría mirado a hurtadillas hasta ahora, pero realmente no quería saber.
Probablemente no había armadura en ese auto - porque no la necesitaría después de la luna de miel – virtualmente indestructible era una de las muchas ventajas que yo estaba buscando. La mejor parte acerca de ser un Cullen no eran los autos caros ni las impresionantes tarjetas de créditos.
- Hey, - llamó el hombre alto, poniendo sus manos en el vidrio en un esfuerzo por tratar de ver hacia dentro.
- Ya estamos listos. ¡Muchas gracias!
- De nada. - le conteste de vuelta, y entonces tensa mientras encendía el motor moví el pedal con cuidado muy suavemente hacia abajo…
No importa cuantas veces haya conducido el familiar camino hacia mi casa, aún no podía hacer que los anuncios mojados por la lluvia se descoloraran en el fondo. Cada uno de ellos, sujetados con grapas a los postes de teléfono y pegados en las señalizaciones de las calles., era un golpe frío en la cara. Un bien merecido golpe en la cara. Mi mente fue absorbida en el pensamiento. Antes había sido interrumpido inmediatamente. No podía evitarlo en este camino, no con fotografías de mi mecánico favorito pasando delante de mi a intervalos regulares.
Mi mejor amigo. Mi Jacob.
Los carteles de ¿Ha visto usted a este chico? No fueron la idea del padre de Jacob, había sido idea de mi padre, Charlie, quien imprimió anuncios y los esparció por todo el pueblo. Y no sólo en Forks, sino en Port Angeles, Sequim, Hoquiam, Aberdeen y en cada pueblo de la Península Olímpica… Se había asegurado que todas las estaciones de policía en el estado de Washington tuvieran el mismo anuncio colgado en la pared, también. Su propia estación tenía un mural entero dedicado a encontrar a Jacob. El mural estaba generalmente vacío, para su gran decepción y frustración.
Mi Papá estaba decepcionado más que con la falta de respuestas, con Billy, el padre de Jacob y el amigo más cercano de Charlie.
Por Billy no estar más involucrado con la búsqueda de su fugitivo de 16 años. Por Billy negándose a poner anuncios en La Push, la reserva en la costa que era el hogar de Jacob. Por su aparente resignación a la desaparición de Jacob, como si no hubiera nada que él pudiera hacer. Por decir – Jacob esta madurando ahora, o Él volverá a casa si quiere hacerlo.
Y estaba frustrado conmigo por irme al lado de Billy.
Yo no ponía carteles, tampoco. Porque ambos, Billy y yo, sabíamos donde estaba Jacob, más o menos, y también sabíamos que nadie había visto a este chico.
Los anuncios situaron el usual gran y gordo nudo en mi garganta, las usuales escondidas lágrimas en mis ojos, y estaba contenta de que Edward estuviera fuera cazando este domingo. Si Edward viera mi reacción, sólo lo haría sentir terrible, también.
Por supuesto, había inconvenientes en que fuera domingo. Mientras me daba la vuelta lenta y cuidadosamente sobre mi calle, pude ver la patrulla de policía de mi papá en el camino de entrada de nuestra casa. Se había saltado la pesca hoy otra vez. Aún enfurruñándose acerca de la boda.
Así que no pude ser capaz de usar el teléfono adentro. Pero tenía que llamar…
Me detuve en la acera detrás de la figura del Chevy y saque el celular que Edward me había dado por emergencias de la guantera. Marqué, manteniendo mi dedo en el botón de colgar mientras el teléfono sonaba. Por si acaso.
- ¿Hola? – Seth Clearwater respondió, y suspiré de alivio. Yo era demasiado cobarde para hablarle a su hermana mayor Leah. La frase – arrancándome la cabeza con los dientes - no era totalmente en sentido figurado cuando venía de Leah.
- Hey, Seth, soy Bella.
- ¡ah, hola Bella! ¿Cómo estas?
Atragantada. Desesperada por consuelo.
- Bien.
- ¿Llamando para ponerte al día?
- Eres psíquico.
- Apenas. No soy Alice, tú solo eres predecible, - bromeo. Entre la manada Quileute allá abajo en La Push, sólo Seth se sentía a gusto mencionando a los Cullen por su nombre, menos aún bromear acerca de cosas como mi próxima cuñada casi sabe lo todo.
- Sé que lo soy. – Vacile por un minuto. - ¿cómo esta él? -
Seth suspiró.
- Igual que siempre. No quiere hablar, aunque puede oírnos. Esta tratando de no pensar como humano. Sólo yendo con sus instintos.
- ¿Sabes donde esta ahora?
- En alguna parte del norte de Canadá. No podría decirte qué provincia. Él no presta mucha atención a los límites entre estados.
- Cualquier indirecta que él pudiera…
- Él no va a volver a casa, Bella. Lo siento.
Tragué saliva.
- Esta bien Seth, lo sabía antes de preguntar. Es sólo que no puedo evitar anhelarlo.
- Si. Todos nos sentimos igual.
- Gracias por aguantarme, Seth. Sé que los otros deben estar haciéndotelo difícil.
- No son grandes admiradores tuyos – convino alegremente. – Una tontería, pienso. Jacob hizo sus elecciones, tú las tuyas. A Jake no le gusta la actitud de ellos sobre esto. Por supuesto él no esta súper entusiasmado en que estés inspeccionando, tampoco.
Me quede boquiabierta.
- ¿Pensé que él no te hablaba?
- No puede escondernos todo, por mucho que trate.
Así que Jacob sabia que estaba preocupada. No estaba segura de cómo sentirme acerca de eso. Bueno, al menos él sabía que no había saltado hacia el horizonte y lo había olvidado por completo. Puede ser que él me haya imaginado capaz de eso.
- Supongo que te veré en la…boda. – dije, forzando la palabra a través de mis dientes.
- Sí, yo y mi mamá estaremos ahí. Fue genial de tu parte que nos invitaras.
Sonreí al entusiasmo en su voz. Aunque invitar a los Clearwater había sido idea de Edward, estaba contenta de que hubiera pensado en eso. Tener a Seth iba a ser bueno - un vínculo, no obstante poco convincente, a mi padrino de boda perdido.
- Dile a Edward que le mando saludos, ¿si?
- Seguro.
Agite mi cabeza. La amistad que había surgido entre Edward y Seth era algo que aún aturdía mi mente.
Aunque era una prueba de que las cosas no habían tenido que ser de esta manera. Los licántropos y vampiros podían llevarse bien, muchas gracias, si tuvieran la voluntad de hacerlo.
No a todos les gustaba esa idea.
- Ah, - dijo Seth, su voz se quebró una octava - Eh, llegó Leah.
- ¡Oh, adiós!
La llamada se corto. Deje el teléfono sobre el asiento y me prepare mentalmente para entrar a la casa, donde Charlie me estaría esperando.
Mi pobre padre tenia tanto con que lidiar en estos momentos.
Jacob, el fugitivo, era solo uno de los tantos problemas que tenia que aguantar en su sobrecargada espalda.
Estaba más o menos preocupado por mí, su apenas adulta legal hija, estaba a punto de ser Señora en sólo unos pocos días más.
Caminé lentamente a través de la ligera lluvia, recordando la noche que le contamos…
Así como el sonido del auto de Charlie anunciaba su regreso, el anillo de repente pesaba cincuenta kilos en mi dedo. Quería meter mi mano izquierda en el bolsillo, o quizás sentarme arriba de ella.
- Deja de moverte nerviosamente, Bella. Por favor trata de recordar que no estas confesando un asesinato aquí.
- ¡Es fácil decirlo para ti!
Escuche el siniestro, fuerte y bullicioso sonido de las botas de mi padre chocar contra el pavimento. Las llaves sonaban en la puerta ya abierta. El sonido me recordó a esas partes de las películas cuando las victimas se dan cuenta que olvidaron cerrar el pestillo…
- Cálmate Bella, - Edward susurró, escuchando la aceleración de mi corazón. La puerta golpeo contra la pared, y me estremecí como si hubiera sido atacada con un arma de electrochoque.
- Hola, Charlie, - Edward lo saludó totalmente relajado.
- ¡No! – protesté bajo mi respiración.
- ¿Qué? – Edward susurró de vuelta.
- ¡Espera a que cuelgue su pistola!
Edward soltó una risita entre dientes y pasó la mano por su despeinado cabello bronce.
Charlie salió de la esquina, aún en su uniforme, aún armado, y tratando de no poner caritas cuando nos ha espiado sentados en el sofá de dos plazas. Últimamente, se ha esforzado mucho para que Edward le agradara más. Por supuesto, esa revelación de seguro estaba por acabarse inmediatamente.
- Hola chicos. ¿Qué pasa?
- Nos gustaría hablar contigo, - dijo Edward. - Tenemos buenas noticias.
La expresión de Charlie pasó en un segundo de tensa amabilidad a oscura sospecha.
- ¿Buenas noticias? – gruñó Charlie, mirándome fijamente.
- Toma asiento, Papá.
Levantó una ceja, me miró por cinco segundos, entonces con paso ruidoso se sentó en la orilla del reclinador, su espalda estaba recta.
- No te exaltes Papá, - después de un momento de silencio se lo dije.- Todo esta bien.
Edward hizo una mueca, y supe que había objeción en la palabra – Esta bien.- El probablemente habría usado algo parecido a maravilloso, o perfecto, o glorioso.
- Seguro Bella, seguro que sí. Si todo esta genial entonces ¿Por qué estas tan nerviosa?
- No estoy nerviosa, - mentí
Me ladeé lejos de su feroz ceño fruncido, avergonzada hacia Edward, e instintivamente limpié mi frente con mi mano derecha para remover la evidencia.
- ¡Estas embarazada! – Charlie explotó - ¿Estas embarazada, no es cierto?
Pensando que la pregunta estaba dirigida hacia mi, él estaba mirando a Edward, y puedo jurar que vi su mano dirigirse a su pistola.
- ¡No! ¡Por supuesto que no lo estoy!
Quise darle un codazo en la costilla a Edward, pero sabía que esa movida sólo me pondría proporcionar un moretón. ¡Le había dicho a Edward que la gente probablemente sacaría esa conclusión! ¿Qué otra razón posible habría para que personas cuerdas se casaran a los dieciocho años? Su respuesta hizo que mis ojos giraran. Amor. Claro.
La mirada llena de ira de Charlie se aclaró. Usualmente cuando estaba diciendo la verdad mi cara lo dejaba bastante claro, y él ahora me creía.
- Oh, lo siento.
- Disculpa aceptada.
Hubo una larga pausa. Después de un momento me di cuenta que todos estaban esperando que dijera algo. Miré aterrada a Edward. No había manera de que me salieran las palabras.
Me sonrió y entonces dobló sus hombros hacia mi padre.
- Charlie, me he dado cuenta de que no he hecho esto en orden. Tradicionalmente, debería haberte preguntado primero. No quise faltarte el respeto, pero como Bella ya había dicho que sí y no quiero empequeñecer su decisión en este asunto, en vez de pedirte a ti su mano, estoy pidiendo tu bendición. Nos vamos a casar, Charlie. La amo más que nada en este mundo, más que a mi vida, y por un extraño milagro ella me ama de esa forma también. ¿Nos darías tu bendición?
Sonaba tan seguro, tan calmado. Por un instante, escuchando la absoluta confianza en su voz, experimenté un raro momento de entendimiento. Podía ver, fugazmente la manera que el mundo se veía para él. En lo que duraba un latido del corazón, esta noticia perfectamente sentido.
Y entonces capté la mirada de la expresión de la cara de Charlie, ahora sus ojos estaban mirando el anillo.
Aguanté la respiración mientras que su piel cambiaba de color, un aceptable rojo, de rojo a violeta, me comencé a parar, no estaba segura que tenía planeado hacer, tal vez utilizar la maniobra Heimlich.
De seguro él no estaba ahogado, pero Edward apretó mi mano y murmuró - Dale un minuto – tan bajo que sólo yo pude escuchar.
El silencio fue mucho mas largo esta vez. Entonces gradualmente, matiz a matiz, el color de Charlie volvió a la normalidad. Sus labios estaban apretados, y sus cejas estaban arrugadas; reconocí su expresión de “pensamiento profundo”. Nos estudió con la mirada a los dos por un largo momento, y sentí a Edward relajarse a mi lado.
- Supongo que no estoy tan sorprendido, - se quejó Charlie. – Sabía que tendría que lidiar con esto tarde o temprano.
Suspiré.
- ¿Estas segura de esto? – demando Charlie mirándome.
- Estoy cien por ciento segura de Edward, - le dije sin problemas.
- Contrayendo matrimonio, ¿aunque? ¿Cuál es el apuro? – me miró sospechosamente otra vez.
El apuro era debido al hecho de que me estaba acercando cada vez más a los diecinueve años todos los apestosos días, mientras que Edward estaba congelado en sus diecisiete años de perfección, por más de noventa años. No es ese el hecho de que en mi libro este asociado al casamiento, pero el matrimonio era requerido debido al delicado y enredado compromiso que Edward y yo habíamos hecho para llegar a este punto, al borde de cualquier transformación de mortal a inmortal.
Estas no eran cosas que podía explicarle a Charlie.
- Nos vamos juntos a Dartmouth en el otoño, Charlie, - Edward le recordó.- Me gustaría hacerlo, bueno, de la manera correcta. Es como fui criado. – Dijo encogiendo sus hombros.
No estaba exagerando exactamente; ellos habían sido grandes moralistas pasados de moda en la Primera Guerra Mundial.
La boca de Charlie estaba torcida de un lado. Mirando por algún ángulo para rebatir. Pero ¿Qué podía decir? ¿Prefiero que vivas en pecado primero? Era un papá; sus manos estaban entrelazadas.
- Sabía que venía esto – dijo para si mismo frunciendo el ceño. Entonces de repente, su cara pasó perfectamente a suevo y en blanco.
- ¿Papá? – pregunte ansiosa. Miré a Edward, pero no pude leer su cara, tampoco cuando miraba a Charlie.
- ¡Ja! – Charlie explotó. Salté en mi asiento, - ¡Ja, ja, ja!
Miré sin creer como Charlie se doblaba de la risa, todo su cuerpo se sacudía.
Miré a Edward por una traducción, pero Edward tenía los sus labios juntos, tensamente presionados, como si estuviesen tratando de contener su carcajada.
- OK, esta bien – dijo casi ahogado, - Cásense. – otro ataque de risa lo sacudió.
- Pero…
- ¿Pero qué? – demandé.
- ¡Pero tú tienes que decirle a tu mare! ¡No le diré ni una palabra a Renée! ¡Eso es todo tuyo! – estalló en carcajadas de risa.
Hice una pausa con mi mano en el tirador de la puerta, sonriendo. Seguro, en ese momento, sus palabras me aterrorizaron. La última maldición: decirle a Renée. Un matrimonio a temprana edad estaba en lo más alto de su lista negra, más que hervir vivos a pequeños cachorritos.
¿Quine podría haber previsto su respuesta? Yo no. Charlie ciertamente no. Quizás Alice, pero no pensé en preguntarle.
- Bueno, Bella, - dijo Renée después de haberme atragantado y tartamudeado con las palabras imposibles: Mamá, me caso con Edward.- Estoy un poco ofendida que hayas esperado tanto para decirme. Los pasajes de avión cada vez se ponen más caros. Oooh, - se inquietó - ¿Crees que Phil no tendrá yeso para entonces? Arruinaría las fotos si no esta con traje.
- Espera un segundo Mamá, - dije boquiabierta. - ¿A qué te refieres que esperé tanto? Recién me comp… - No podía forzar a salir la palabra comprometida. – las cosas se fijaron, tú sabes, hoy.
- ¿Hoy día? ¿En serio? Eso es una sorpresa. Asumí…
- ¿Qué asumiste? ¿Cuándo lo asumiste?
- Bueno, cuando viniste a visitarme en Abril, se como si todo estuviera arreglado, si sabes a lo que me refiero. No eres muy difícil de leer, cariño. Pero no dije nada porque sé que no habría hecho nada de bien. Eres exactamente como Charlie. - Suspiró resignada. – Una vez que decides algo, no hay forma de razonar contigo. Por supuesto, exactamente como Charlie, te apegas a tus decisiones, también.
- No estas cometiendo mis errores, Bella. Suenas como si estuvieras muerta de miedo, y creo que es porque tenías miedo de mí. – Soltó una risita tonta. – De que voy a creer, y sé que he dicho mucho sobre el matrimonio y otras estupideces, no estoy retractándome, pero necesitas darte cuenta de que esas cosas específicamente se aplican a mí. Tú cometes tus propios errores, y estoy segura que tendrás tu parte correspondiente de arrepentimientos en tu vida. Pero el compromiso nunca fue tu problema, cariño. Tienes mejores opciones para hacer que esto funcione, mucho más que gente de cuarenta años que conozco. - Renée se reía otra vez. – Mi pequeña hija de mediana edad. Por suerte, al parecer haz encontrado otra alma vieja.
- ¿No estas enojada? ¿No crees que estoy cometiendo un gran error?
- Bueno, de seguro desearía que esperaras unos cuantos años más. Me refiero a que, ¿te parezco lo suficientemente vieja para ser suegra? No contestes eso. Pero no es sobre mí. Es sobre ti. ¿Eres feliz?
- No lo sé. Estoy teniendo una experiencia extrasensorial ahora mismo. - Renée soltó una risa suave.
- ¿Él te hace feliz, Bella?
- Sí, pero…
- ¿Pero qué?
- ¿Pero no dirás que suena exactamente como cualquier otra encaprichada adolescente como en la antigüedad?
- Nunca has sido una adolescente, cariño. Sabes lo que es mejor para ti.
En las últimas semanas, inesperablemente, Renée se vio inmersa en los planes de la boda. Pasa horas todos los días al teléfono con la madre de Edward, Esme, - no hay preocupaciones en que las suegras se lleven bien. Renée adora a Esme, pero entonces, dudo que alguien pueda evitar reaccionar de esa manera hacia mi más adorable suegra.
En seguida me dejó descolocada. La familia de Edward y mi familia, juntos estaban a cargo de los preparativos sin dejarme hacer, saber o pensar mucho sobre ello.
Charlie estaba furioso, por supuesto, pero la parte más dulce fue que no estaba enojado conmigo. Renée era la traidora. El contaba con que ella fuera la difícil. ¿Qué podía él hacer ahora, cuando la ultima amenaza – decirle a Mamá - había resultado completamente en vano? No tenía nada, y lo sabía. Entonces lloriqueaba alrededor de la casa, murmurando que ya no podía confiar en nadie en este mundo…
- ¿Papá?- lo llamé cuando abrí la puerta. - Estoy en casa.
- Espera, Bella, quédate ahí.
- ¿Ah? – pregunté, parando automáticamente.
- Dame un segundo, ouch, me pinchaste, Alice.
¿Alice?
- Lo siento Charlie, - la vibrante voz de Alice respondió - ¿Cómo es eso?
- Estoy sangrando.
- Estás bien. No pase la piel - confía en mí.
- ¿Qué esta pasando? - demandé, durativa en la puerta de entrada.
- Treinta segundos, por favor, Bella, - me dijo Alice. – Tu paciencia será recompensada.
- Hhmm - añadió Charlie.
Utilicé el pie, contando cada golpe. Antes que llegara a treinta, Alice dijo, - Bueno, Bella, entra.
-Oh – exhalé. - Aw. Papá. ¿No te ves...
- ¿Tonto? – me interrumpió Charlie.
- Estaba pensando en elegante.
Charlie se sonrojó. Alice tomó su codo y tiró de la manga, lo dio vuelta en círculo para exhibir el traje de color gris pálido.
- Ahora sácame esto, Alice. Me veo como un idiota.
- Nadie que ha sido vestido por mi se ve como un idiota.
- Tiene razón, Papá. ¡Te ves fantástico! ¿Cuál es la ocasión?
Alice puso los ojos en blanco.
- Es la prueba final. Para ambos
Despegué la mirada del inusualmente elegante de Charlie y por primera vez vi la tímida bolsa blanca recostada cuidadosamente a través del sofá.
- Aahh.
- Ve a tu lugar feliz, Bella. No nos tomará mucho.
Respiré hondo y cerré mis ojos. Manteniéndolos cerrados, me tropecé dirigiéndome hacia las escaleras de mi habitación. Me desnudé hasta quedar en mi ropa interior y mantuve los brazos arriba sin rodeos.
- Creíste que estaba metiendo astillas de bambú bajo tus uñas, - Alice murmuró para si misma cuando me seguía.
No le presté atención. Estaba en mi lugar feliz.
En mi lugar feliz, toda la confusión de la boda se terminaba y listo, quedaba atrás. Reprimida y olvidada.
Estábamos solos, sólo Edward y yo. El entorno era confuso y estaba constantemente en flujo – cambiaba de un brumoso bosque a una ciudad cubierta de nubes a una noche ártica- por que Edward estaba guardando en secreto el lugar de nuestra Luna de miel para sorprenderme. Pero no estaba particularmente preocupada acerca de dónde.
Edward y yo estábamos juntos, había cumplido mi parte del compromiso perfectamente. Me casaría con él. Ese era el mayor. Pero también había aceptado todos sus exorbitantes regalos y estaba inscrita, aunque inútilmente, para asistir a la escuela de Dartmouth en el otoño. Ahora era su turno.
Antes de que me transformara en vampiro - su gran compromiso - él tenía otra condición que cumplir.
Edward tenía una obsesiva preocupación acerca de las cosas humanas a las que estaba renunciando, las experiencias que no quería que me perdiera. Pero había sólo una experiencia en la que yo insistía. Por supuesto era la que él habría deseado que olvidara por completo.
Así era la cosa, difícil. Sabía como sería cuando todo se acabara. He visto vampiros neófitos de primera mano, y he escuchado las historias de mi pronto a ser familia sobre los salvajes primeros días. Por varios años, mi mayor rasgo de personalidad será estar sedienta. Tomaría tiempo volver a ser yo otra vez. Y aun cuando estuviera en control de mi misma, nunca volvería a sentir de la misma forma que me siento ahora.
Humana… y apasionadamente enamorada.
Quería la experiencia completa antes de intercambiar mi cuerpo calido, frágil y plegado de feromonas femeninas por algo hermoso, fuerte… y desconocido. Quería una Luna de miel real con Edward. Y a pesar del miedo que sentía al peligro que me colocaría, él acepto intentarlo.
Estaba vagamente conciente de Alice y el suave roce de satín en mi piel. No me importaba por el momento que el pueblo entero hablara de mí. No pensaba en el espectáculo que tendría que protagonizar muy pronto. No me preocupaba de tropezarme con mi cola o de reírme en el momento equivocado o de ser muy joven o de la audiencia mirando o incluso del asiento vació donde mi mejor amigo debería estar.
Estaba con Edward en mi lugar feliz.

segundo trailer de luna nueva

Aquí está el segundo trailer de Luna Nueva narrado por Taylor Lautner =)

Está buenisimo.....

Cuenta sobre lo que sufre Bella cuando se va Edward y de como Jacob la ayuda a salir de esa terrible depresion :)

Veanlo está muy buenoo